Jorge Berganza de la Torre
Por José Manuel Toscana

 

Curiosidad por las noticias en torno a  tu actividad profesional, respeto por el rango alcanzado por tu éxito; cariño por tu actividad personal con tus amigos es lo que, durante más de medio siglo,  fomentas en infinidad  de  personas  que ya   que formamos  legión.

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Leyendas por la importancia de tus pacientes que, dóciles ellos, indefensos todos, llegan a tu vera en pos de la luz perdida, tu materia prima,   con  la que realizas portentos técnicos fruto de una férrea disciplina y voluntad a toda prueba.

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La envidia, egoísta siempre,   dice que las filas largas y madrugadoras de pacientes esperando tu atención,  es por llamar atenciones superiores,  para abonar tu fama  y fomentar el mito de los prodigios de tus manos y talento comprobado. Nada más alejado de la realidad, mucho más esplendorosa que la mayor falacia.

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El camino recorrido para reunir estos puntos culminantes, es largo y  repleto de incertidumbres, miedos, rechazos  en pugna con tu  tenacidad para instalar,  en Tulancingo, un sitio que parecería santuario de peregrinos llegados de confines lejanos  y  multiplicidad colorida, buscando ese toque que tanta presencia te ha traído.

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Este impecable desempeño profesional  lleva  sucediendo más de medio siglo,  lo que no te  priva de volar, cabalgar, viajar, leer, estudiar y   reorganizar tu terruño  en tres años para  dejar  constancia de cómo se hacen las cosas  cuando hay determinación y apego por una causa, más allá de los interese particulares, limitantes, confusos, siempre  de pobres  resultados.

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Verte caminar por las calles de Tulancingo, ágil,  erguido,  recibiendo el saludo  respetuoso de tus paisanos y amigos -casi todos-  es una costumbre  a la que no debes renunciar, pese a que ahora tengas  algunas calamidades,  propias del tiempo, que puedes compensar ampliamente si llegas,  como es tu hábito, a tomar un café y charlar sobre las veleidades cotidianas, recordar tus aventuras que dan para un compendio, de tus tiempos de estudiante en España,  tu gusto por la Historia y el rebuscar en los archivos  de Salamanca, detalles que dan sentido a muchas cosas  que ahora suceden pero ignoramos su cuna.

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Por esto y tanto más,  Jorge Berganza de la Torre, no te dejes llevar por el momento y la  sisa de facultades,  que  a nadie perdonan, pero que sí extrañamos tus amigos que ya formamos legión.

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Tulancingo de Berganza,  octubre 26/2009

 

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