Tulancingo y Pachuca brindan homenajes póstumos al forcado Eduardo del Villar
Por Luis Felipe López Monroy

Tulancingo, Hgo., 20 de junio de 2014.- Conocido como Edu, Eduardo del Villar Zamacona fue homenajeado en la plaza de Toros Vicente Segura de la capital del estado, y en el archivo Histórico de Tulancingo.

Del Villar Zamacona debutó taurinamente el 12 de octubre de 2005 en la Plaza de Toros de Santa Clara (México), en el 2008 fundó en compañía de Andrés Oro del Villar y amigos, los Forcados Hidalguenses.

El bien amado y querido forcado nació el 3 de abril de 1987 y falleció en Seybaplaya, Campeche, el 18 de mayo de 2014. 

En Hidalgo le han reconocido con dos homenajes póstumos.

Tulancingo


Mariana Diazleal y Eduardo del Villar
Archivo Hidalguía 14/04/01

Este día, en el  archivo Histórico Municipal, Heber Lara García, en representación del gobierno de Tulancingo, reconoció la labor taurina de Eduardo del Villar, por que a nombre del gobierno municipal manifestó que es un gran privilegio realizar el homenaje al gran forcado, reconocido ampliamente en la región por su gran calidad humana.


Lic. Heber Lara García

El recinto fue decorado con motivos taurinos, para que propios y extraños se adentraran más en este mítico mundo.

Por su parte, Gerardo del Villar Cervantes, pionero de los forcados y tío de Edu; en el uso de la palabra  dijo emotivamente " Cuando salimos al ruedo, salimos a dar al vida como Edu lo hizo, es un precio muy alto que se puede pagar, sabido que hay siete hombres atrás que dan la vida por tí. La muerte de Edu me deja una lección de vida, y es la filosofía que tenía él, era el convivir con cada persona como si fuera el último día de la vida".


Gerardo del Villar

-Son muchas muestras de cariño que nos han demostrado, querernos, amarnos, apoyarlos, con amigos, colaboradores, con familia. Edu no está muerto, está más vivo que nunca-

-Los Forcados Hidalguenses, son una institución que va más allá, es una institución de hombres fuertes, hechos y derechos, hombres que quieren y aman a su mujer, hombres que día a día dan lo mejor de su parte por ser mejores ciudadanos-

-Eduardo dio la vida por lo que creía, por lo que amaba, y por la gente con quien estaba, debemos de seguir ese legado, de como enfrentar la vida, es la razón del porque los forcados no cobramos, por que no hay precio que llegue a pagar lo que hacemos-

"Edu es recordado como un estandarte de hombría, un estandarte de valor y un estandarte de principios y como un estandarte de amor"  reconoció Gerardo del Villar.


Mariana Diazleal, Eduardo del Villar Kretchmar, Andrés Oro del Villar, Gerardo del Villar Cervantes, Lorenzo Arroyo, Heber Lara García y Cuco Hurtado

En el marco del homenaje, se manifestaron muestras de canto y danza.


Mauricio del Villar Zamacona,
María, Maria Caire de del Villar, Nicolás, y Paco Fernández


Patricia del Villar Cervantes y Andrés Oro del Villar


Mauricio del Villar Zamacona


Eduardo del Villar Kretchmar, Lorenzo arroyo Márquez, Gerardo del Villar Cervantes y Manuel Vega


Gerardo del Villar y Juan Manuel Aguirre


Víctor Mattar y Gerardo del Villar


Eduardo Martínez, Gerardo del Villar y Alyn Marisa González Castro de Martínez


Tito y Gerardo del Villar


Iván Nava, Alberto Kofi, Andrés Oro, Heiner Tapia, Didier Retama, y Horacio Pérez


Salvador del Vllar, Vita y Tattiana Miasnikoff; y Luis del Villar


Luis {Angel Pacheco, Carolina de la Concha, Emmanuel Sosa y un amigo


Herlinda Hurtado Karol soto y amiga


Marcos Yamanaka y Elsa Araceli Vargas


Edda Padilla y Paco Fernández


Edda Padilla y Heber Lara


Vita y Tito del Villar


Jaime Méndez y Araceli Magaldi de Méndez

 


Luis del Villar, Liliana Sosa de Pérez y Armando Pérez Guerra


Conchis Zamacona Mestre acompañad  de
Mariana Diazleal


Al centro: Marcela Melo Romo, Karla Castro

 

 

Pachuca

El pasado 24 de mayo, la monumental plaza Vicente Segura, recibió las cenizas del cabo de los Forcados Hidalguenses.

Con un "hasta pronto", familiares, amigos y grupos de forcados, reconocieron al extraordinario Eduardo del Villar Zamacona.

Edu, fue vitoreado por sus hermanas y hermanos forcados cuando sus cenizas fueron llevadas en hombros, realizando un simbólico paseíllo alrededor del coloso. Una misa, una emotiva canción de Miguel Louceiro dieron un rumbo diferente.

 

 

 


Andrés y Mariana


Gerardo


Gerardo, Andrés y Patricia


Arcadio

Mariana Díazleal, Gerardo y Andrés del Villar, depositaron un parte de las cenizas de Edu, cenizas que se mezclaron en la arena del ruedo. Mauricio del Villar y Pablo Samperio los primeros en ofrendar flores.

La lluvia no hizo mella a los presentes que pasaron a despedirse a la urna que contenía sus cenizas.

 


Eduardo del Villar Zamacona, primer forcado que fallece en el ruedo

 

Javier Jiménez habló probamente con su:

Elegía a un forcado caído...

"Qué injusta, qué maldita, qué cabrona es la muerte que no nos mata a nosotros, sino a los que amamos".  Tomo estas palabras de Fuentes para contarles lo que me ha gritado el corazón estas últimas jornadas, que sin lugar a dudas se encuentran entre las más tristes de mi existencia. 

Mi corazón.  Este corazón agrietado por el hachazo de una noticia fulminante. Recibida en el crepúsculo de un domingo, como habitualmente se reciben las noticias en el mundo de los toros.  Fue Gerardo, generalmente evocador de númenes favorables, que ahora me buscaba con el alma hecha pedazos  para ver si entre todos, de alguna manera, repartiéndonos el dolor, lo podíamos hacer más tolerable. 

El timbre de su voz me anunció que había vientos de tormenta. Como en aquellas páginas memorables de García Márquez, no fue necesario mirarnos para saber que en ese instante ya no estábamos completos, ni lo estaríamos jamás.  Un toro había matado a Eduardo del Villar en Seybaplaya.

Ante este hachazo feroz, violento, recio, despiadado, concurrieron de golpe a mi memoria infinidad de recuerdos.  Por mi amistad con Gerardo, conocí a Edu desde que era un niño de brazos. Tuve el privilegio de ver como ese niño se transformó primero en un joven de bien y después en un hombre cabal. 

Concurrieron en mis adentros, sin respetar tiempos ni espacios, las imágenes más variadas:  vi al niño correr alegre por los jardines de Huapalcalco; recordé infinidad de charlas con el joven en el rincón de una tertulia; evoqué al hombre enfrentar con entereza los toros que el destino le fue poniendo, tanto dentro como fuera del ruedo.

Entre esta galería de imágenes, entre esta colección variopinta de recuerdos, sobresalía una estampa indeleble que me dibujaba al niño de 8 años, parado en el centro del ruedo de la Plaza México.  Estaba ahí para despojar a su tío Gerardo de la chaquetilla de forcado. Liturgia que se sellaba con un beso, que como todo en las vidas entrelazadas de estas dos almas, era al unisón paternal y fraternal.

Yo no se si fue ahí o muchos años después. No se cuando fue que el niño, el joven o el hombre, cobró conciencia del significado de este acto  trascendental.  En ese momento, no fue la voz si no el alma del niño la que le dijo al tío: “Este espacio que tu dejas, lo llenaré yo, y lo llenaré a plenitud”.

Caso extraordinario el de este niño que se hizo forcado mucho antes de fardarse por primera vez; mucho antes de hacer su primer paseíllo. Sabiéndolo o no, ahí firmó un pacto con su destino.  Dedicaría su vida a una actividad que lo llenaría profundamente, que lo haría un ser pleno, que lo convertiría en un hombre feliz, pero que a cambio le exigiría un valor sin igual. 

Esta convención tan peculiar,  este compromiso tan especial nunca fue roto. Lo que hacía como forcado nunca dejó de llenarlo a plenitud y él, a cambio, nunca falló en su valor. 

Esta sagrada estipulación se convirtió para Edu en una norma moral; en una regla ética que no consentía la excepción; en un acuerdo con su honorabilidad que no permitía desviación.

Fue con esta vocación, con esta plenitud, con esta pureza del alma que los pasos del niño, del joven, del hombre empezaron a hacer camino por el mundo del toreo. Cuando llegó el momento, fundó el grupo de Forcados Hidalguenses. El grupo se fue nutriendo con jóvenes cuyo destino se cruzaba con el de este apóstol de la tauromaquia. Me los imagino acercarse primero con cautela.  Con la misma cautela con la que el cuervo se acerca al cuerpo de agua para abrevar el líquido vital; pero cuando se tiene un líder como lo fue Edu, que ejerce el liderazgo con limpieza, el líquido abrevado disipa la cautela y la riqueza del manantial conduce a una lealtad incondicional.

Así se forjó este grupo. Con nuestro príncipe a su cabeza. Con la fortaleza de estos guerreros, entre ellos Andrés del Villar, que cuando era necesario seguían a nuestro Orfeo hasta las profundidades de las tinieblas. Así fue este grupo conquistando al mundo del toreo:  de plaza en plaza; de corrida en corrida; de toro en toro; de pega en pega.

Así llegó la trágica jornada de Seybaplaya. Cita a la que por cartel nuestro héroe no estaba convocado. No correspondía actuar a su grupo, sino a los Forcados de Puebla. Pero precisaban de ayuda y siendo Eduardo quien fue siempre, siempre fue el primero en ayudar.  Así hizo el paseíllo en esa jornada fatal.

Salió por la puerta de toriles "San Isidro Labrador".  Un toro de Rancho Seco con cerca de 600 kilos en los lomos.  Muchos años de sapiencia taurina  le dijeron a Eduardo lo que no muchos en la plaza sabían. Era el Diablo, Satanás, el toro que mantiene en vigilia a los toreros en las noches de insomnio. Eduardo hizo lo que siempre hacía en esas circunstancias. Cuando el grupo se repartió dijo con voz serena, tranquila, pausada, “Este toro es mío”.  El cabo de los poblanos trató de disuadirlo. Sentía él la responsabilidad de pegarlo. Pero Edu le alegó su antigüedad, y encaró la muerte como encaró siempre la vida:  con honestidad, con integridad, con verdad.

¿Qué mayor entereza se le puede pedir a un forcado?  ¿Qué mayor acto de generosidad se le puede pedir a un ser humano?  Sacrificar el cuerpo propio para proteger el del prójimo.

La historia de la tauromaquia está llena de lugares que se tiñeron de rojo  para cubrirse por siempre de negro.  Linares, Pozoblanco, Colmenar Viejo.  Pero para los forcados en México, la tragedia de Seybaplaya constituirá por siempre la más negra de las jornadas.  Y extrañamente, hoy que Edu ha partido, hoy que atravieso el oscuro túnel de mi dolor, me siento más que nunca por él acompañado.  Siento como nunca la luz de su mirada; me siento cobijado por el calor de su sonrisa; me siento acurrucado por la tesitura de esa voz suya, que sin perder un ápice de amabilidad se declaraba siempre con firmeza.  Y es el recuerdo de nuestro héroe el que me guiará en este valle de sombras.

Descanse en paz un valiente.

Descanse en paz nuestro héroe.

Sin lugar a duda, más homenajes, y muestras de cariño seguirá cosechando Eduardo del Villar Zamacona.

 

 


Tulancingo brinda en el Archivo Histórico Municipal homenaje póstumo a Eduardo del Villar

El forcado Eduardo del Villar falleció al ser mortalmente herido por un toro

Merecido homenaje a Gerardo del Villar Tulancingo, Hgo., 28 de Junio del 2008

Festival Taurino en honor de Gerardo del Villar Tulancingo Hgo. 27 de Mayo

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