Población de la entidad

En relación con las artesanías y tomando en cuenta que la mayoría de los productos artesanales son elaborados por los grupos aborígenes del Estado, es conveniente hacer una somera revisión de los mismos, aunque sea en forma muy breve, en virtud de que tratándose de grupos que conservan tradicionalmente algunas costumbres antiguas, éstas pueden observarse en algunos de los objetos que producen.

De la población aborigen que vivió aquí, en la etapa precolombina, varios grupos desaparecieron desde el siglo XVI o antes, pero a cambio, otros subsisten y continúan habitando este territorio.

De manera que en seguida serán mencionados por orden cronológico para mayor facilidad y entre ellos se cuentan los siguientes:

 

Huastecos

Este grupo humano habitó el noreste de la Entidad, en donde estuvo el reino de La Huastecapan abarcando, como ya quedó dicho, porciones de los Estados de Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz e Hidalgo. Su lengua, el huasteco, ya no se habla en el Estado de Hidalgo, pues en las Relaciones Geográficas del siglo XVI, la correspondiente a Huejutla, escrita por Cristóbal Pérez. Puebla  en el año 1580, con datos proporcionados por varios informantes, indios principales, se lee que la lengua Huasteca que se hablaba en Huejutla, desapareció desde mediados del siglo XX de manera que los hombres concebidos en tal idioma, para designar a los diferentes poblados, fueron cambiados al náhuatl o mexicano y así, en la Huasteca, predominan los nombres mexicanos y no los huastecos.

Los habitantes actuales de la región  a sí mismos se llaman huastecos y en la población indígena puede observarse que sus rostros tienen gran parecido con el tipo mayoide, lo que concuerda con el dicho de varios autores en el sentido de que la lengua Huasteca tiene grandes analogías con la lengua maya.

Al referirme a los objetos artesanales, cuando se trate de los producidos en la región de la Huasteca, los llamaré "huastecos".

 

Chichimecas o Jonaces

Este importante humano, que llegó a tener relaciones sociales, culturales y económicas con los Hñä-Hñu del Valle del  Mezquital y de la Sierra Oriental y con los Acolhua o Teochichimecas, habitó el norte, desde Zacatecas y parte de Guanajuato (San Luis de la Paz), hasta Sierra Gorda en donde fueron llamados Jonaces, incursionando por sitios de nuestra Entidad hasta Molango y pueblos aledaños, dejando en ellos rasgos culturales. Es posible que en algunos poblados de la sierra potosina queden individuos de este grupo, el cual en la actualidad casi está desaparecido aunque, sin embargo, de él se conservan ciertas tradiciones con muchos restos de la prehispanidad, por ejemplo, en la Danza de los Concheros, en la que los mismos danzantes se autonombran miembros de la Danza de la Conquista de los Chichimecas.

 

Grupo Hñä-Hñu

Es más conocido con el nombre "Otomí", que es de origen náhuatl; pero los etnolingüistas nativos del Valle del Mezquital insisten en emplear el término "Hnä-Hñu", propio de su lengua, en virtud de que en la prehispanidad, la voz  "Otomí" fue empleada en sentido despectivo y el mismo Sahagún relata que cuando un Tenochca mostraba cierto  grado de torpeza, se le decía: "Eres torpe como un otomí; pareces otomí!" por lo que actualmente prefieren emplear el término en su propia lengua, de manera que así los seguiré llamando.

Acerca del arribo de este grupo humano se tienen dos versiones; una,  la de proceder del occidente, probablemente de Jilotepec, Estado de México, y la otra que narra que vinieron de las costas  del Golfo de México, coincidiendo ambas en que llegaron al Valle del Mezquital y, no obstante ser pueblos cazadores y recolectores, se fueron asentando poco a poco y fundando diversas aldeas, en donde poco después iniciaron el cultivo del maguey y descubrieron el pulque y asimismo Sahagún dice que las mujeres elaboraban prendas de vestir tejidas y bordadas, muy bellas y vistosas.

Uno de los pueblos que fundaron fue Mehmení (hoy Tula), cuyo significado en la lengua Hñä-Hñu es "Lugar de mucha gente, muy poblado", igual que el significado de la palabra Tollán, que en lengua nahoa quiere decir lo mismo, "lugar muy poblado".

Otros sitios que fueron establecidos son: Mañutzi (Actopan), Andaxitzo (Alfajayucan), Zütcani (Itzmiquilpan), Bojay (Cardonal), Bomú (Arenal), etc. Algunos de los cuales conservan o recuerdan su nombre hñahñú, aunque casi todos han sido traducidos al mexicano o al castellano.

Otros miembros de dicho grupo cruzaron el Valle del Mezquital y siguieron adelante hacia el oriente y fundaron el Señorío independiente de Metztitlán, manteniéndose libres durante mucho tiempo, extendiendo más tarde sus fronteras hasta abarcar parte de la sierra Hidalguense y de la Huasteca, pues la tradición relata que Huazalingo, en  alguna ocasión, fue la cabecera político del tal Señorío.

Un grupo  más continuó su marcha hacia el orienta y pobló varios lugares  como Tenango, Tutotepec y Huehuetla  con sus pequeñas comunidades,  sitios en donde permanecen conservando antiguas costumbres y su propia lengua; en tanto que los  de Metztitlán, se acabaron.

Debe advertirse que la historia antigua  de este grupo humano es  muy oscura, de manera que se cuenta con pocos datos, pero sí se tiene la certeza de que  fue un conjunto étnico muy importante y que su lenguaje, junto con el náhuatl o mexicano, fue hablado por muchos  individuos en diversos poblados.

   

Tepehuas y Pames

Dos grupos humanos relacionados con los Hñahñu, son los Pames, en el norte del Estado  y los Tepehua, en el oriente. Los primeros, en grupo muy reducido, habitan el municipio de Pacula hasta el barrio de Jiliapan y su relación con los Hñahñu debe ser muy íntima, ya que el investigador francés Jacques Soustelle, al tratar a los Hñahñu y a los Pame, llama a su libro "La familia Otomí-Pame". Los segundos habitan la cabecera municipal de Huehuetla y algunos de sus barrios conviviendo con los Hñahñu, con quienes tienen relaciones sociales y económicas.

 

Toltecas

Grupo humano ahora desaparecido, que fue llamado así por su calidad de artistas y artífices, sin  que el término señale su lugar de origen. En la actualidad quedan vestigios de su gran cultura que floreció en Tollán entre los años 870 y 1100 de nuestra Era. Al llegar a Mahmení desalojaron a los Hñahñu y fundaron la ciudad de Tollan, que significa "Lugar de mucha gente, muy poblado; como donde crecen los tules; el Tular",  por lo que nosotros deberíamos  llamarle La Metrópoli, pues por su tamaño y su importancia, fue una gran ciudad en la que los Tolteca establecieron la capital del poderío político, así como Teotihuacan fue la sede del poderío religioso del grupo de que se trata.

Una versión dice que los  Tolteca proceden de un sitio llamado Huehuetlapallan, (de Huéhuetl, viejo; Tlapalli, tierra de color; Tlan, locativo abundancial), cuyo significado sería "Donde abunda la antigua tierra de color", ubicado en la confluencia de los ríos Gila y Colorado, y que de ahí iniciaron su peregrinar, avanzando hacia el sur, hasta Tulancingo y de éste pasaron a fundar Tollan.

El radio de acción de la cultura tolteca de Tula fue muy extenso, pues abarca, por el norte hasta Zacatecas; por el poniente, hasta Michoacán y por el sur y el oriente, Xochicalco, Mor., Cholula, Pue., El Tajín, Ver., Chichén Itzá, Yuc., habiendo llegado su influencia hasta Centroamérica.

Naturalmente, aquí mismo en Hidalgo, dejaron vestigios en muchos sitios, por lo que en diferentes zonas arqueológicas como Tepeapulco, Huapalcalco y otros más, se encuentran puntas de proyectil de obsidiana y cabecitas de barro cocido o restos de vasijas, de oriente tolteca, hallándose también restos de cerámica teotihuacana.

Otra versión señala que los Tolteca arribaron a la altiplanicie, viviendo por las costas del Golfo, hasta llegar a Tulancingo y luego Tula.

Dificultades internas habidas en Tula hicieron que el imperio iniciara su declinación, misma que se exacerbó con dificultades externas, consistentes en que grupos de tribus nórdicas, probablemente Chichimecas, invadieron a la ciudad, de suerte que los moradores tuvieron que emigrar a otros sitios en donde desarrollaron actividades e las que impusieron parte de su cultura.

 

Mexicas

A partir del reinado de Itzcóatl (1427-1440), al establecerse la Triple Alianza que derrocó la hegemonía de los Tecpaneca, los Mexica iniciaron una serie de conquistas de pueblos, la cual se agranda durante el reinado de Moctezuma Ilhuicamina, y así, avanzando hacia el norte del Valle de México, invaden territorio nuestro y dominan muchos pueblos en los que imponen su lenguaje y religión.

De esta manera, muchos nombres antiguos son cambiados al náhuatl, aunque en cierta forma se respeta la ideología de las denominaciones anteriores.

Durante el reinado de Moctezuma Xocoyotzin, en 1519, desembarcaron  en las costas de Veracruz las huestes de Hernán Cortés, iniciando la conquista de Anáhuac, la cual fue consumada en 1521, con la toma de la ciudad de Tenochtitlan. Poco más tarde llegan de España frailes de las Ordenes mendicantes, que por orden cronológico, fueron los franciscanos, los dominicos y los agustinos.

En la porción sur del territorio hidalguense la conquista fue pacífica realizada por los franciscanos, quienes iniciaron la labor evangelizadora y comenzaron la edificación de templos y conventos, surgiendo los de Tepeapulco, Singuilucan, Apan, Zempoala, Tula, Huichapan, Chapantongo, Alfajayucan, Pachuca y más tarde, en el siglo XVIII, los franciscanos de Pachuca, ya con su monasterio convertido en Colegio Apostólico de Propaganda marcha hacia el norte de la Entidad para fundar misiones, estableciéndolas en Tolimán, La Misión, Jacala, San Nicolás y otros sitios de Sierra Gorda, para después continuar hacia el norte del país, en donde fundan misiones en Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Texas.

En la tercera década del siglo XVI arriban a nuestro territorio los agustinos que desarrollaron gran actividad evangelizadora y arquitectónica, edificando monasterios y templos en el Valle del Mezquital y en la Sierra Alta: Fr. Andrés de Mata construye los conventos de Actopan e Itzmiquilpan, respectivamente en 1546 y 1550; Fr. Jorge de Ávila construye el convento de Epazoyucan; Fr. Alfonso de Borja, el de Atotonilco de Grande; Fr. Juan de Sevilla, el de Metztitlán; Fr. Antonio de Roa, los de Tlanchinol y de Molango, ambos con espadaña excéntrica, cuyos vanos alojan a las campanas que con sus broncíneas voces extendidas a la campaña, llaman a la feligresía a los oficios religiosos. Por sus  virtudes, los nativos llamaron a Fr. Antonio  "El Santo Roa",  Fr. Juan de Estacio construye el convento de Huejutla.

Todos ellos, devotos religiosos, pero además magníficos arquitectos, trajeron de España los últimos restos de la arquitectura  medieval, que a nuestros conventos les da aspectos de fortaleza, con torres y azoteas almenadas, como en previsión de posibles ataques.

Con este motivo, mucho se ha especulado, arguyendo que, en efecto, los templos y conventos del siglo XI fueron almenados para defenderlos de ataques de los aborígenes. El mismo Fr. Alonso Ponce, Visitador General de los Franciscanos, que vino a la  Nueva  España a fines del siglo XVI, en la Relación de su viaje, al cruzar el Valle del Mezquital y describir el convento y templo de Alfajayucan, dice que tiene almenas para defenderse de ataques de "chichimecas y otomítes..."

No recuerdo dato historiográfico alguno relativo a que los nativos a sus moradores, pues además  de que los religiosos se imponían por sus enseñanzas evangelizadoras, amenazando la vida ultraterrena con los horrores de un Infierno que describían  a los nativos como algo fatídico, los propios indios habían servido como peones para cargar piedras y cantares, labrarlas y esculpirlas bajo la dirección de los frailes, y luego decorar las paredes de los edificios con pinturas murales. De manera que, al fin estetas que admiraban esas obras, en las que habían participado directa o indirectamente, es seguro que no pensarían atacarlas para destruirlas.

En los templos llegan a admirarse aún esculturas hechas con cañas de maíz, particularmente crucifijos de tamaño natural, elaborados con la técnica indígena proveniente de Michoacán, de manera que son obras en las que participaron los nativos, mostrando sus aptitudes estéticas en la escultura y la pintura.

Tales muestras de arte se admiran en muchos lugares de la Entidad, debiendo mencionarlas  porque en ellas intervinieron nuestros indios. Describirlas no es lo mejor. Lo óptimo es salir de la ciudad y viajar por la Entidad para admirarlas. ¡Vale la pena emprender excursiones para ello!

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